Información gentileza de INCUCAI
Información gentileza de INCUCAI
Es una operación en la que los riñones enfermos de un individuo (el receptor) se reemplazan con riñones sanos de otro individuo (el donante). Por lo general, el riñón donante proviene de un donante vivo. En otros casos, el riñón se toma de alguien que recientemente ha tenido una muerte cerebral.
El trasplante se reserva a niños cuyos riñones están tan dañados que se necesita, o llegará a necesitarse, la diálisis para sobrevivir. El trasplante ofrece una solución más a largo plazo que da al niño la posibilidad de mejorar la salud, mayor independencia y una vida más normal.
La decisión de referir a un niño para ser considerado como un candidato a trasplante normalmente la toma el nefrólogo del niño. Algunas veces los padres solicitan la evaluación.
Vienen de dos fuentes. La primera son los donantes vivos, de los cuales se extirpa un solo riñón. Los mejores donantes son en general miembros de la familia, ya que son genéticamente compatibles; normalmente lo son el padre o la madre. En ocasiones, se encuentra a alguien compatible en un individuo sin parentesco. Los hermanos menores de 18 años no son candidatos para el trasplante a bebés y niños porque son demasiado jóvenes para acceder legalmente al procedimiento. Los donantes pueden vivir vidas normales y sanas con el riñón que les queda.
La segunda fuente son individuos que han sufrido recientemente de una muerte cerebral. Han acordado hacerse donantes de órganos antes de la muerte, o sus órganos han sido donados por sus cónyuges o padres después de la muerte. En la mayoría de los casos, se trasplanta un sólo riñón al receptor, para que cada donante difunto proporcione un riñón a dos receptores.
El padre o la madre en general son los más compatibles, aunque algunas veces un tío o una tía pueden ser los donantes.
Se realizan otras pruebas para evaluar los riesgos de rechazo del órgano del donante. Estas pruebas pueden incluir las siguientes:
El rechazo resulta de la respuesta normal del cuerpo a objetos, microorganismos o tejido extraños. El sistema inmunológico percibe el órgano trasplantado como una amenaza y lo ataca con anticuerpos. Como resultado, vivir con un trasplante requiere de medicamentos que suprimen el sistema inmunológico y que evitan que ataque al nuevo riñón.
Si aparecen síntomas de rechazo después de que su hijo ha recibido un trasplante, llame al coordinador de trasplantes.
Se administran medicamentos para suprimir el sistema inmunológico (inmunosupresores) y reducir así el riesgo del rechazo. El equipo del programa de trasplantes renales pediátricos fabrica un régimen de medicamentos para cada niño de manera individual y monitorea con frecuencia la respuesta del niño a los medicamentos. Se hacen ajustes al tipo de medicamento y a la dosis dependiendo del estado del niño.
Sí. Todos los inmunosupresores reducen la capacidad del cuerpo de luchar contra las infecciones. En particular durante los primeros meses después del trasplante, cuando las dosis de los medicamentos son las más elevadas, el niño es especialmente propenso a una infección por hongos (candidiasis bucal), a herpes y a virus respiratorios.
Los esteroides, que han sido el pilar de la inmunosupresión por más de cuatro décadas, provocan una variedad de efectos secundarios que incluyen un retraso en el crecimiento, niveles anormalmente elevados de lípidos sanguíneos, huesos blandos, cicatricación lenta de heridas, acné y un aspecto hinchado.
Los efectos secundarios de los medicamentos antirrechazo son un problema particular con los receptores de trasplantes en la adolescencia. Los adolescentes están en una época difícil de la vida, en la que la apariencia, la aceptación por parte de grupos y la presión de los compañeros son muy importantes. Los adolescentes que están tomando inmunosupresores se perciben a sí mismos como de aspecto anormal y es posible que no se tomen sus medicamentos. Como resultado, los receptores adolescentes de trasplantes de riñón tienen la tasa más elevada de fracasos de todos los grupos etarios.
Es prácticamente seguro que el trasplante mejore la salud del niño. Aún así, vivir con un trasplante es un proceso de por vida. La necesidad de los medicamentos antirrechazo continúa, y se requieren visitas de seguimiento frecuentes con el equipo de trasplantes renales pediátricos para monitorear el progreso del niño. Es importante saber cuáles son las señales de rechazo y estar pendiente de ellas todos los días